Dios escogió a un joven profano como rey. El mal disfrazado de belleza. Parte 2. Serie: La Monarquía
- Juan Escobedo
- 6 may 2020
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Dios se había reservado el derecho de escoger al rey. Los hebreos respetaron la autoridad de Dios lo suficiente para dejarle hacer la selección. La decisión recayó en Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín.
Las cualidades personales del futuro monarca eran tales que halagaban el orgullo del corazón del pueblo. “Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él.” De porte noble y digno, en la flor de la vida, bien parecido y alto, parecía nacido para mandar. Sin embargo, a pesar de estos atractivos exteriores, Saúl carecía de las cualidades superiores que constituyen la verdadera sabiduría. No había aprendido en su juventud a dominar sus pasiones impetuosas y temerarias; jamás había sentido el poder renovador de la gracia divina.
Saúl era hijo de un jefe valeroso, poderoso, y rodeado de lujos; sin embargo, de acuerdo con la sencillez de la vida de aquel entonces, desempeñaba con su padre los humildes deberes de un agricultor.
Habiéndose extraviado algunas asnas de su padre, Saúl salió a buscarlos con un criado. Los buscaron en vano durante tres días, cuando, en vista de que no estaban lejos de Rama, donde vivía Samuel, el siervo propuso que fueran a consultar al profeta acerca del ganado perdido. Pero ya no tenían nada para dar al profeta en agradecimiento por su dirección (ya que en esos días no había tanta palabra escrita como hoy, por eso, abundaban los profetas). Pero Saúl recordó que tenía algo de dinero “He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata—dijo: —esto daré al varón de Dios, porque nos declare nuestro camino a seguir.” Esto concordaba con las costumbres de aquel tiempo. Al acercarse alguien a una persona que le fuese superior en categoría o cargo, le ofrecía un pequeño regalo, como testimonio de respeto.
Al aproximarse a la ciudad, encontraron a unas jóvenes que habían ido a sacar agua, y les preguntaron por el vidente. En contestación, ellas manifestaron que se iba a realizar un servicio religioso, habría un sacrificio “en el alto”.
Bajo la administración de Samuel se había producido un gran cambio. Cuando Dios le llamó por primera vez en su niñez, los servicios del santuario eran considerados con desdén. “Los hombres menospreciaban los sacrificios de Jehová.” 1 Samuel 2:17. Pero ahora se rendía culto a Dios en todo el país, y el pueblo manifestaba vivo interés en los servicios religiosos. Como no había servicio en el tabernáculo, los sacrificios se ofrecían en ese entonces en otros sitios; y para este fin se elegían las ciudades de los sacerdotes y de los levitas adonde el pueblo iba para instruirse. Los puntos más altos de estas ciudades se escogían generalmente como sitios de sacrificio, y a esto se refería la expresión “en el alto.”
En la puerta de la ciudad, Saúl se encontró con el profeta mismo.
“Un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.” 1 Samuel 9:15-27
Mientras estaban uno frente al otro, el Señor le dijo a Samuel: “He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste señoreará a mi pueblo.” A la petición de Saúl: “Ruégote que me enseñes dónde está la casa del vidente,” Samuel respondió: “Yo soy el vidente.” 1 Samuel 9:18. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) 1 Samuel 9:9. Asegurándole también que los animales perdidos habían sido encontrados, le exhortó a que se quedara y asistiera al festín del sacrificio, al mismo tiempo que le hacía una insinuación acerca del gran destino que le esperaba: “¿Por quién es todo el deseo de Israel, sino por ti y por toda la casa de tu padre?” 1 Samuel 9:19-20.
Las palabras del profeta conmovieron el corazón del que le escuchaba. No podía menos que percibir algo de su significado; pues la demanda por tener un rey había llegado a ser asunto de interés absorbente para toda la nación. No obstante, con modestia Saúl contestó: “¿No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué pues me has dicho cosa semejante?” (cap 9 vers 21)
Samuel condujo al forastero al sitio de la asamblea, donde los hombres principales de la ciudad se encontraban reunidos. Entre ellos, por orden del profeta, se le dió a Saúl el sitio de honor, y en el festín se le dió la mejor porción. Terminados los servicios, Samuel llevó a su huésped a su casa. Allí conversó con él en la terraza y le presentó los grandes principios sobre los cuales se había fundado el gobierno de Israel, y procuró así darle cierta preparación para su elevado cargo.
Bibliografía:
Todo este relato está basado en todo el capítulo 9 del libro 1 Samuel en la Biblia:
Además, es ocupado el relato de forma modificada el libro Patriarcas y Profetas. Capítulo 59; "El primer rey de Israel" de la autora finada Elena G de White.
Link del libro y del capítulo: https://m.egwwritings.org/es/book/183.3142#3142
Este es el segundo blog dedicado a la serie de la monarquía de Israel. Entre al inicio de la página para ver todos los blogs y todas las partes de la historia.
Link de mi canal YouTube por si me quieren conocer poco más: https://www.youtube.com/channel/UCrF9TsDybnlQdRhFVAT6Hxw?view_as=subscriber
Solo a Dios la Gloria.
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