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ANALIZANDO TODOS LOS "AY DE USTEDES" A LOS FARISEOS. El Deseado de Todas las Gentes. Elena White.

  • Foto del escritor: Juan Escobedo
    Juan Escobedo
  • 22 abr 2020
  • 27 Min. de lectura

Actualizado: 6 may 2020


Jesús, ayúdame.


Es fácil ser un fariseo porque la ignorancia es una debilidad humana. Además la ignorancia es fomentada por el orgullo y el egoísmo. Todos estos elementos se juntan para hacernos creer que no necesitamos leer más la Biblia, estudiar más la Biblia y enseñarla más.


Necesitamos ir y predicar este evangelio e incluso ir y confrontar a todos esos fariseos durante años tal como lo hizo Jesús en su ministerio. Debate tras debate, pelea verbal tras pelea verbal para defender a la sabiduría en contra de la ignorancia. Si lo hacemos, seguro ganaremos para Cristo a unos cuantos de ellos. No nos rindamos.

Es casi imposible que una persona ignorante sepa que es ignorante.

Los ignorantes no saben que son ignorantes. Son ciegos y muchos, pretenden guíar a otros ciegos. Por ello es que hay que ir "y hacerlos entrar a la fuerza al reino", no usando violencia verbal o física, Cristo nunca hirió a nadie, pero sí denunció el error. Eso es usar la fuerza de la verdad. "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales (no son armas físicas), sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo (llevando esclavo) todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” (2 Corintios 10:4-5)

Es probable este episodio ocurriera (Todo Mateo 23) el día martes antes de la crucifixión, en las últimas horas de la tarde.


"El interés del pueblo en Cristo y su obra había aumentado constantemente. A los circunstantes les encantaba su enseñanza, pero también los dejaba muy perplejos. Habían respetado a los sacerdotes y rabinos por su inteligencia y piedad aparente. En todos los asuntos religiosos, habían prestado siempre obediencia implícita a su autoridad. Pero ahora veían que estos hombres trataban de desacreditar a Jesús, maestro cuya virtud y conocimiento se destacaban con mayor brillo a cada asalto que sufría. Miraban los semblantes agachados de los sacerdotes y ancianos, y allí veían confusión y derrota. Se maravillaban de que los sacerdotes no quisieran creer en Jesús, cuando sus enseñanzas eran tan claras y sencillas. No sabían ellos mismos qué conducta asumir. Con ávida ansiedad, se fijaban en los movimientos de aquellos cuyos consejos habían seguido siempre. En las parábolas que Cristo había pronunciado, era su propósito amonestar a los sacerdotes e instruir a la gente que estaba dispuesta a ser enseñada. Pero era necesario hablar aun más claramente. La gente estaba esclavizada por su actitud reverente hacia la tradición y por su fe ciega en un sacerdocio corrompido. Cristo debía romper esas cadenas. El carácter de los sacerdotes, gobernantes y fariseos debía ser expuesto plenamente."

(Elena de White, El Deseado de Todas las Gentes, Pacif Press, EU. 652-573).


Mateo 23: 1-39:

"Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos: "En la cátedra (cátedra puede ser la profesión de ser un experto y de enseñar a otros o una silla literal desde donde los judíos enseñaban doctrinas) (allí, en la cátedra) de Moisés se sientan los escribas (personas de la antigüedad dedicadas a copiar la Biblia a mano completamente; más específicamente, el Antiguo Testamento) y los fariseos (una secta religiosa judía antigua). Así que, todo lo que os digan que guardéis (todo lo que les manden a hacer), guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen."


"Los escribas y los fariseos aseveraban estar investidos de autoridad divina similar a la de Moisés. Aseveraban reemplazarle como expositores de la ley y jueces del pueblo. Como tales, exigían del pueblo absoluto respeto y obediencia. Jesús invitó a sus oyentes a hacer lo que los rabinos les enseñaban según la ley, pero no a seguir su ejemplo. Ellos mismos no practicaban sus propias enseñanzas. Y, además, enseñaban muchas cosas contrarias a las Escrituras." (Íbid. DTG) Haríamos bien en examinar nuestras propias vidas a fin de ver si en ellas se encuentran rastros de estos mismos males que Jesús condena en los fariseos a continuación:

Dicen, y no hacen. Es decir, predican pero no practican lo que predican. Decir y no hacer convierte a una persona en hipócrita. La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás los motivos reales o sentimientos. Un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad. Es el que finge una cualidad, sentimiento, virtud u opinión que no tiene. Los escribas y los fariseos profesaban absoluta lealtad a las Escrituras, pero no practicaban los principios que allí se enuncian. Sus buenas obras solo consistían en la práctica minuciosa de los requerimientos de las ceremonias y los rituales externos religiosos ante los demás para ser admirados por ellos. Jesús les dijo a los fariseos:

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros (profetizó de ustedes) Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas (de Dios, lo que son en realidad) mandamientos de hombres.” (Marcos 7:6-7 e Isaías 29:13.)

"Porque (ellos) atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. "Los fariseos imponían una multitud de reglamentos fundados en la tradición, que restringían irracionalmente la libertad personal. Y explicaban ciertas porciones de la ley de tal manera que imponían al pueblo observancias que ellos mismos pasaban por alto en secreto, y de las cuales, cuando respondía a su propósito, hasta aseveraban estar exentos. (Nada era tan sagrado para ellos, ni siquiera Dios mismo, como su objeto constante de hacer ostentación de su piedad ante el pueblo)." (íbid)


Atan cargas pesadas. Estas “cargas pesadas” no eran parte de lo que dice la Biblia en el Antiguo Testamento, o también llamada la ley mosaica, sino que eran de la tradición rabínica. Difíciles de llevar. Las exigencias rabínicas sólo producían problemas y desánimo a los que intentaban cumplirlas. En la ley de Dios no hay nada que cause tristeza o cansancio. Esto ocurre sólo con los detalles de las exigencias de las leyes humanas.


Antes, (ellos) hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres (es decir, hacían buenas obras no por amor a Dios si no para ser admirados por todo el mundo). Pues ensanchan (o hacen más grandes) sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos (filacterias, eran cajitas que se ponían en sus frentes, contenían textos Bíblicos, y los flecos de mantos eran para exagerar sus vestidos religiosos) aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas (amaban ser los primeros y los más importantes en público o en la iglesia, aunque tuvieran que pisar a los demás u olvidarse de ellos y sus sentimientos), y las salutaciones en las plazas (plazas; lugares públicos populares donde la gente religiosa iba a conversar con amigos o a vender), y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. (O “mi grande” o "mi Maestro") Pero vosotros no queráis (ustedes no quieren) que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro (uno es su maestro), el Cristo, y todos vosotros (todos ustedes) sois hermanos.


"Vosotros" equivale a lo mismo que "ustedes".

"Dios había dicho a Moisés acerca de sus leyes: “Has de atarlas por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos.” Deuteronomio 6:8.

Al obrar con justicia y misericordia, las manos revelarán, como señal, los principios de la ley de Dios. Se mantendrán libres de cohecho, y de todo lo que sea corrupto y engañoso. Serán activas en obras de amor y compasión. (Y no necesitarán que se tengan hojitas de la Biblia atadas a las manos o a la frente)


Los fariseos se escribían en tiras de pergamino o filacterias que se ataban en forma conspicua en derredor de la cabeza y de las muñecas. Pero esto no daba a la ley de Dios dominio más firme sobre la mente y el corazón. Se llevaban estos pergaminos simplemente como insignias para llamar la atención. Se creía que daban a quienes los llevasen un aire de devoción capaz de inspirar reverencia al pueblo.

Jesús asestó un golpe a esta vana pretensión.


El Salvador reveló la ambición egoísta que constantemente procuraba obtener cargos y poder manifestando una humildad ficticia, mientras el corazón estaba lleno de avaricia y envidia.


Cuando las personas eran invitadas a una fiesta, los huéspedes se sentaban de acuerdo con su jerarquía, y los que obtenían el puesto más honorable recibían la primera atención y favores especiales. Los fariseos estaban siempre maquinando para obtener estos honores. Jesús reprendió esta práctica.

También reprendió la vanidad manifestada al codiciar el título de rabino o maestro. Declaró que este título no pertenecía a los hombres, sino a Cristo. Los sacerdotes, escribas, gobernantes, expositores y administradores de la ley, eran todos hermanos, hijos de un mismo Padre. Jesús enseñó enfáticamente a la gente que no debía dar a ningún hombre un título de honor que indicase su dominio de la conciencia y la fe. Si Cristo estuviese en la tierra hoy rodeado por aquellos que llevan el título de "Reverendo" o "Reverendísimo," ¿no repetiría su aserto: "Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo"?"

¿A qué ser humano cuadra un título tal?

Cuántos de los que asumen este título representan falsamente el nombre y el carácter de Dios. ¡Ay, cuántas veces la ambición y el despotismo mundanales y los pecados más viles han estado ocultos bajo las bordadas vestiduras de un cargo alto y santo!" (íbid)


Jesús les hablaba en especial a los doce, tratando de que los doce no imitaran el ejemplo religioso de los rabinos al hacerse maestros hipócritas, sino guiar a otros como "hermanos", y que tanto maestros como alumnos y todos en la iglesia fueran iguales y no unos mejor estimados que otros.


A hombres prominentes judíos así como a los patriarcas de la antigüedad como Abraham o a Moisés por nombrar unos pocos, se les llamaban “padres” e incluso también a algunos hombres sabios que vivían entre ellos, dejando de ver al padre de los padres, quien es Dios mismo, y dejando de ver el hecho de que cualquiera que mire hacia Dios a través de la fe en la Biblia y su esmerado estudio, puede llegar a ser tan excelso como aquellos hombres, por lo tanto, no los llamemos padres dice Cristo, pues el padre es uno y es Dios. Autor y terminador de nuestra fe aún incompleta.


Si esos grandes hombres vivieran hoy, rechazarían y condenarían que se les llamara así o que se les admirara de tal forma, pues declararían que Dios es al único que debe ser visto y admirado a través de las escrituras y la fe en ellas.

El que es el mayor de vosotros (el mayor de ustedes), sea vuestro siervo (sea su siervo). Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Los fariseos decían enaltecer a Dios pero sus actos contradecían sus palabras, a ellos se aplica el dicho que reza: "Tus actos hacen tanto ruido, que no puedo oír lo que dices”.


"Repetidas veces Cristo había enseñado que en la estima del cielo, la grandeza de carácter consiste en vivir para el bienestar de nuestros semejantes, en hacer obras de amor y misericordia. Cristo, el Rey de gloria, fué siervo del hombre caído." (íbid)

Mas ¡ay de vosotros (¡ay de ustedes! ¡Pobres de ustedes!), escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros (ni entran ustedes), ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación." "Pervirtiendo las Escrituras, los sacerdotes y doctores de la ley cegaban la mente de aquellos que de otra manera habrían recibido un conocimiento del reino de Cristo y la vida interior y divina que es esencial para la verdadera santidad.


Los fariseos ejercían gran influencia sobre la gente, y la aprovechaban para servir sus propios intereses. Conquistaban la confianza de viudas piadosas, y les indicaban que era su deber dedicar su propiedad a fines religiosos. Habiendo conseguido el dominio de su dinero, los astutos maquinadores lo empleaban para su propio beneficio. Para cubrir su falta de honradez, ofrecían largas oraciones en público y hacían gran ostentación de piedad, Cristo declaró que esta hipocresía les atraería mayor condenación. La misma reprensión cae sobre muchos que en nuestro tiempo hacen alta profesión de piedad. Su vida está manchada de egoísmo y avaricia, pero arrojan sobre ella un manto de aparente pureza, y así por un tiempo engañan a sus semejantes, Pero no pueden engañar a Dios. El lee todo propósito del corazón, y (Él) los juzgará.


Cristo no escatimó en (su) condenación de los abusos, (pero al mismo tempo) se esmeró en no reducir las obligaciones. (Es decir) Reprendió el egoísmo que extorsionaba y aplicaba mal los donativos de la viuda. (Pero) al mismo tiempo, alabó a la viuda que había traído su ofrenda a la tesorería de Dios. El abuso que hacía el hombre del donativo no podía desviar la bendición que Dios concedía a la dadora.


Jesús estaba en el atrio donde se hallaban los cofres del tesoro luego su rostro se iluminó al ver a una pobre viuda acercarse con vacilación, como temerosa de ser observada. Ella anhelaba hacer algo, por poco que fuese, en favor de la causa que amaba. Miraba el donativo que tenía en la mano. Era muy pequeño en comparación con los que traían aquellos que la rodeaban, pero era todo lo que tenía. Aprovechando su oportunidad, echó apresuradamente sus dos blancas y se dió vuelta para irse. Pero al hacerlo, notó que la mirada de Jesús se fijaba con fervor en ella.


El Salvador llamó a sí a sus discípulos, y les pidió que notasen la pobreza de la viuda. Entonces sus palabras de elogio cayeron en los oídos de ella: "De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos." Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado. Muchos le habrían aconsejado que guardase su pitanza para su propio uso. Puesto en las manos de los bien alimentados sacerdotes, se perdería de vista entre los muchos y costosos donativos traídos a la tesorería. Pero Jesús comprendía el motivo de ella. Ella creía que el servicio del templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y su gozo en la eternidad. Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción.


Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia (vergüenza) o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso. La pobre viuda dió lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que dió. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fué este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador.


Entre los pobres hay muchos que desean demostrar su gratitud a Dios por su gracia y verdad. Anhelan participar con sus hermanos más prósperos en el sostenimiento de su servicio. Estas almas no deben ser repelidas. Permítaseles poner sus blancas en el banco del cielo. Si las dan con corazón lleno de amor por Dios, estas aparentes bagatelas llegan a ser donativos consagrados, ofrendas inestimables que Dios aprecia y bendice.


Cuando Jesús dijo acerca de la viuda: “Echó más que todos,” sus palabras expresaron la verdad no sólo en cuanto al motivo, sino acerca de los resultados de su don.


Las "dos blancas, que son un maravedí," ( Maravedí; antigua moneda española que ha tenido diferentes valores, en general bajos.) (ese donativo bajo) han traído a la tesorería de Dios una cantidad de dinero mucho mayor que las contribuciones de aquellos judíos ricos.


"Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía." Lucas 21:4


En el transcurso de los siglos. Ha contribuído de mil maneras al alivio de los pobres y a la difusión del Evangelio. El ejemplo de abnegación de esa mujer ha obrado y vuelto a obrar en miles de corazones en todo país, en toda época. Ha impresionado tanto a ricos como a pobres, y sus ofrendas han aumentado el valor de su donativo. La bendición de Dios sobre las blancas de la viuda ha hecho de ellas una fuente de grandes resultados. Así también sucede con cada don entregado y todo acto realizado con un sincero deseo de glorificar a Dios

Nadie puede medir sus resultados para el bien." (Íbid)

No podemos hacer una balanza imaginaria donde pongamos malas obras de un lado y buenas obras del otro para que esté perfectamente equilibrado y decir que así es como debe de ser. Las buenas obras no compensan las malas obras. Si bien hay perdón si hacemos obras malas, existen consecuencias por hacerlas y nuestra vida debería ser una balanza mucho más inclinada hacia el lado de las buenas obras y que el lado de las malas obras sean casi inexistentes o por lo menos sean muy pocas y no conocidas por todos pues la buena reputación ante la sociedad es más preciada que el oro: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro.” Proverbios 22:1. "Mayor condenación": Puesto que eran dirigentes, sus malas acciones eran más reprensibles que los mismos hechos cometidos por la gente común. Su mal ejemplo sería considerado por otros como justificación de sus propias faltas. "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito (un nuevo seguidor o un nuevo adherente a su religión), y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. (Más hijo del infierno que ustedes). Converso entusiasta, de ser eso posible, el nuevo convertido a la religión se volvía aún más fanático que los fariseos. Por ello es que se escucha la palabra "proselitismo" ya sea religioso o político. Es hacer fuerte propaganda y no necesariamente siempre es religiosa. Ser “hijo del infierno” es ser, “hijo de condenación” (BJ) (Biblia de Jerusalén) condenación e ir camino al infierno. Infierno del Griego "géenna", si se da, podríamos hablar en otro video de la palabra infierno y de qué cosa es el infierno bíblico y no el infierno que la mayoría de la gente cree, pero una cosa es cierta, no es nada bonito ni bueno ser condenado al infierno de geena, será desesperante.

¡Ay de vosotros, guías ciegos! Los judíos estaban orgullosos de que eran los guías de los ciegos gentiles, es decir, los no judíos. (Rom 2:19). En verdad, realizaban grandes esfuerzos por conseguir prosélitos (Mat 23:15). Pero que un ciego pretenda guiar a otros ciegos es el colmo de la locura. que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada (es decir, en ese caso podían quebrar su juramento y su palabra no era honorable, a veces si cumplían, otras no, eran inconstantes, Jesús por ello, instaba: "No juréis en ninguna manera...Pero que vuestro Sí, sea sí; o vuestro no, sea no; porque lo que sea distinto a esto, de mal procede." Mateo 5:34-37. (pero ellos decían) "pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor." (Es decir, está obligado a cumplir su juramento si jura por el oro del templo, pero no estará obligado si solo jura por el templo). ¡Insensatos (necios) y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita (Dios); y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.


"Los sacerdotes interpretaban los requerimientos de Dios según su propia norma falsa y estrecha. Presumían de hacer delicadas distinciones en cuanto a la culpa comparativa de diversos pecados, pasando ligeramente sobre algunos, y tratando a otros, que eran tal vez de menor consecuencia, como imperdonables.


Por grandes sumas de dinero, pasaban a veces por alto crímenes graves. Al mismo tiempo, estos sacerdotes y gobernantes pronunciaban en otros casos severos juicios por ofensas triviales." (Íbid)

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino.

"En estas palabras Cristo vuelve a condenar el abuso de la obligación sagrada. No descarta la obligación misma. El sistema del diezmo era ordenado por Dios


Los gobernantes judíos reconocían la obligación de pagar diezmo, y eso estaba bien; pero no dejaban a la gente libre para ejecutar sus propias convicciones del deber. Habían trazado reglas arbitrarias para cada caso. Los requerimientos habían llegado a ser tan complicados que era imposible cumplirlos. Nadie sabía cuándo sus obligaciones estaban satisfechas. Como Dios lo dió, el sistema era justo y razonable, pero los sacerdotes y rabinos habían hecho de él una carga pesada.


Cristo demostró que no podía disculpar la negligencia (el descuido) de otros deberes aparte. Los fariseos eran muy exactos en diezmar las hierbas del jardín esto les costaba poco, y les daba reputación de meticulosos y santos. Al mismo tiempo, sus restricciones inútiles oprimían a la gente y destruían el respeto por el sistema sagrado ideado por Dios mismo. Ocupaban la mente de los hombres con distinciones triviales y apartaban su atención de las verdades esenciales. Los asuntos más graves de la ley: la justicia, la misericordia y la verdad, eran descuidados. "Esto—dijo Cristo,—era menester hacer, y no dejar lo otro." (Íbid)

Se enfocaban en cosas tan pequeñas y juzgaban a los que no hacían lo mismo o a los que no imitaban su ejemplo que parecían que padecían trastornos mentales obsesivos compulsivos.

Menta: En la Mishnah, esta hierba no es mencionada como planta que debe diezmarse. Sin duda era diezmada por los judíos escrupulosos para demostrar el profundo respeto que tenían por la ley del diezmo. Las tres plantas mencionadas en este pasaje se empleaban como condimentos, y las últimas dos tenían valor por sus propiedades medicinales. (aparecen por ejemplo en Isa 28:25; Isa 28:27) ”Descuidáis” (BJ). Los dirigentes de los judíos habían hecho una acusación similar a Jesús. En Mat 5:17-20 donde Jesús se defiende de la acusación de ser un nuevo maestro que abolía el Antiguo Testamento y que lo ponía en el olvido. Jesús dijo: "No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas". Es decir, la ley de Moisés y los demás profetas no las vino a quebrar, todo lo contrario. Dijo: "No he venido a abolir, sino a cumplir". Mat 5:17-20 Él cumplió toda esa ley judía en lugar de todos nosotros los gentiles, y hoy no debemos celebrar muchas de esas leyes mosaicas que consisten en ritos, ceremonias o fiestas. Jesús instituyó sustitutos de esos ritos que la iglesia hoy celebramos como la santa cena, el bautismo, el lavamiento de pies y algunos pocos, hoy todavía guardamos el sábado. (Pues no es una fiesta judía, es un mandamiento universal dado desde la creación hasta el reino de los cielos según Génesis 2:1-3 e Isaías 66:23) Pero debemos imitar a Jesús pues Jesús estudiaba todo el Antiguo Testamento y él dijo que lo estudiáramos o más bien, escudriñáramos. Jesús dijo: “Escudriñad las escrituras (del Antiguo Testamento) pues creeis que en ellas está la vida eterna, y ellas (las escrituras del Antiguo Testamento) son las que dan testimonio de mí”. Juan 5:39. Creo que no necesito aclarar que este pasaje no solo se aplica al Antiguo Testamento, creo que por sentido común, todos estamos de acuerdo de que no solo hay que escudriñar el Antiguo Testamento, sino también el Nuevo Testamento.

En Mat 5:17-20 Jesús dice que la jerarquía de pecados es incorrecta y es malo que hayan ciertos requisitos de mayor importancia que otros, él reprendió esta práctica y enseñó que pecar con algo pequeño es tan malo como pecar con algo grande. Eso quieren decir los textos que dicen: “Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5:19-20. Jesús dijo que el reino de los cielos, ya estaba en la tierra:

“Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, (Jesús) les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (ya está entre ustedes).” Lucas 17:20-21. Por ello, el más pequeño en el reino, es el menos digno en esta vida y el que quiebre voluntariamente la ley que nos manda amar a otros, no podrá entrar al reino de los cielos de gloria cuando Crista venga en las nubes a resucitar a los muertos. Solo el más grande podrá entrar, quien sea como Jesús, que ame a Dios y a los demás, con hechos más que con palabras. Debían los 12 y los creyentes que oían a Jesús, ser mejores que los fariseos. No solo decir que sabían sobre religión, sino debían obedecer el espíritu de amor y sacrificio de dicha religión. Una locución latina dice: Facta, non verba. Hechos no palabras No hay forma de compensar las malas obras haciendo buenas obras. Aunque es cierto que los malos, a veces pueden hacer pequeñas obras de caridad. Quizás para enmendar su vida llena de errores. Pero según Cristo, esto no sirve para entrar al cielo. Hay seres buenos que a veces hacen pequeñas obras malas, se equivocan, y esto puede causarles muchos dolores. Pero para ellos hay perdón. Aunque también lo hay para los malos que se arrepientan sinceramente. Habrán malos que al final de sus vidas logren arrepentirse sinceramente como el ladrón en la cruz a lado de Cristo. Es cierto que se nos ofrece perdón divino si fallamos ante Dios, pero lo que no se nos ofrece es que no haya consecuencias. Si pecamos, entonces Dios nos perdonará si le pedimos perdón, pero no nos librará de las consecuencias de nuestros actos, porque es seguro que habrá consecuencias por cada pecado cometido.


Es cierto, que cada pecado tiene diferentes consecuencias y diferencias graves en cuanto a resultados. No es lo mismo tirarse de un metro de altura que tirarse de un décimo piso. Las consecuencias de cada pecado todas serán dolorosas pero habrán unas más dolorosas que otras. Algunas consecuencias pueden perseguirnos hasta nuestra vejez u otras podrían quitarnos la vida en un instante, depende que haga cada quien. Los fariseos olvidaban casi completamente el verdadero espíritu de la ley: el amor para Dios y para el prójimo (Mat 22:37; Mat 22:39). Justicia. Griego. krísis, “juicio”, en el sentido de “juicio, justo” o “justicia”. Recordemos lo importante la misericordia como guía de las relaciones humanas.


¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y os tragáis el camello! Coláis. Griego. diulízō, “colar” con colador.

"Otras leyes habían sido pervertidas igualmente por los rabinos.

Pero los fariseos no dejaban estas restricciones como Dios las había dado. Iban a extremos injustificados. Entre otras cosas, exigían a la gente que colase toda el agua que bebiese, por si acaso contuviese el menor insecto capaz de ser clasificado entre los animales inmundos. Jesús, contrastando estas exigencias triviales con la magnitud de sus pecados reales, dijo a los fariseos: "¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!" (Íbid. pág. 569). Según la ley levítica, tanto el mosquito como el camello eran inmundos (ver Lev 11:4; Lev 11:22-23). Aquí Jesús presentó, por un lado, las cuidadosas precauciones tomadas a fin de evitar tragar uno de los más diminutos animales inmundos; y, por otro lado, el tragarse a uno de los más grandes animales inmundos, el camello. Esta es una de las más impresionantes de las hipérboles presentadas por Cristo y por cuyo uso su enseñanza se hizo famosa, por ejemplo; "Otra vez os digo: más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible."

Mateo 19:24 y 26.


(Hipérbole: Es una figura retórica de pensamiento y recurso estilístico literario que consiste en aumentar o disminuir de forma exagerada lo que se dice). El camello representaba entonces el tragarse un error abismal como descuidar el amor por los otros al no otorgarles su perdón y su ayuda.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad (excesos y maldad). ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. "Como la tumba blanqueada y hermosamente decorada ocultaba en su interior restos putrefactos, la santidad externa de los sacerdotes y gobernantes ocultaba iniquidad


A fin de manifestar su estima por los profetas muertos, los judíos eran muy celosos en hermosear sus tumbas; pero no aprovechaban sus enseñanzas, ni prestaban atención a sus reprensiones. En los días de Cristo, se manifestaba consideración supersticiosa hacia los lugares de descanso de los muertos, y se prodigaban grandes sumas de dinero para adornarlos. A la vista de Dios, esto era idolatría. En su indebida consideración por los muertos, los hombres demostraban que no amaban a Dios sobre todas las cosas ni a su prójimo como a sí mismos.


La misma idolatría se lleva a grados extremos hoy. Muchos son culpables de descuidar a la viuda y a los huérfanos, a los enfermos y a los pobres, para edificar costosos monumentos en honor a los muertos. Gastan pródigamente el tiempo, el dinero y el trabajo con este fin, mientras que no cumplen sus deberes para con los vivos, deberes que Cristo ordenó claramente.


Los fariseos construían las tumbas de los profetas, adornaban sus sepulcros y se decían unos a otros: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres no habríamos participado con ellos en el derramamiento de la sangre de los siervos de Dios. Al mismo tiempo, se proponían quitar la vida de su Hijo. Esto debiera ser una lección para nosotros. Debiera abrir nuestros ojos acerca del poder que tiene Satanás para engañar el intelecto que se aparta de la luz de la verdad.


Muchos siguen en las huellas de los fariseos. Reverencian a aquellos que murieron por su fe. Se admiran de la ceguera de los judíos al rechazar a Cristo. Declaran: Si hubiésemos vivido en su tiempo, habríamos recibido gozosamente sus enseñanzas; nunca habríamos participado en la culpa de aquellos que rechazaron al Salvador. Pero cuando la obediencia a Dios requiere abnegación (sacrificio) y humillación, estas mismas personas ahogan sus convicciones y se niegan a obedecer. Así manifiestan el mismo espíritu que los fariseos a quienes Cristo condenó.

Poco comprendían los judíos la terrible responsabilidad que entrañaba el rechazar a Cristo." (Íbid)


Los mártires de una generación con frecuencia son los héroes de la siguiente. Cada generación tiende a enorgullecerse de ser más sabia y más tolerante que las generaciones anteriores. Nosotros mismos podemos hallar satisfacción en pensar que no habríamos actuado como los fariseos, sin comprender que al pensar así nos parecemos a ellos. Jesús contó: "El Fariseo puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como este publicano... Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro.” Lucas 18:9-14. La condición para entrar al cielo y ser justificado y perdonado por Dios es sentirse pecador y en verdad creerlo. Quien cree que es justo, sin mancha y sin ningún pecado, es porque está ciego y dice: “Yo soy rico y de nada tengo necesidad, pero eres en realidad, pobre, ciego, miserable y desnudo” Apocalipsis 3:17. Jesús les dijo a los fariseos en otra ocasión: “De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.” Mateo 21:31-32. Esto lo dijo luego de dar la lección del ejemplo del hijo que dijo: “Sí, señor, voy. Y no fue” y el que dijo "No, no iré, y al final, si fue". (Mat 21:30). Es decir, muchas prostitutas y gente vil va delante de muchos religiosos o gente que se cree moralmente buena, hacia el reino de Dios, porque los primeros se arrepienten y los segundos creen que no tienen nada de que arrepentirse, y eso es más peligroso que ser vil. Al tener mayor luz, el hombre tiene mayores responsabilidades.

¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!

Metáfora referente a llenar hasta el límite una copa de algún líquido, normalmente vino. Los hijos eran igual a los padres. Aunque se considerasen distintos. La copa estaba llena no de vino, sino de ira divina contra esta generación hipócrita y homicida. Y la copa de ira se derramaría hasta el suelo y sobre sus cabezas al llenarse la ira de Dios, al crucificar al Hijo de Dios en la cruz.

¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? (Si ellos admitían su culpa, y decidían no cambiar su mal vivir, ¿Cómo escaparían al eterno castigo de fuego y de la muerte eterna?) Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas (hombres contrarios a ellos, buenos, nobles, también estudiados, pero honestos y sufridos, dispuestos a sacrificarse por hacer sentir bien a otros pues es lo correcto); y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. Esta historia del sacerdote judío Zacarías quien fue un mártir se encuentra en 2 Crónicas 24:20-22.

Esto no significa que los de la generación de Cristo habían de ser castigados por los pecados de sus antepasados, porque la Biblia enseña específicamente que a ninguno se lo castigará por los pecados de otro (según Eze 18:2-30 y Exo 32:33). Pero al rechazar a Jesús y sus enseñanzas, esa generación había incurrido en una culpa mayor que la de cualquier generación anterior.


"Al rechazar al Salvador se estaban haciendo responsables de la sangre de todos los justos muertos desde Abel hasta Cristo.

Los escribas y fariseos que escuchaban a Jesús sabían que sus palabras eran la verdad. Sabían cómo había sido muerto el profeta Zacarías. Mientras las palabras de amonestación de Dios estaban sobre sus labios, una furia satánica se apoderó del rey apóstata, y a su orden se dió muerte al profeta. Su sangre manchó las mismas piedras del atrio del templo, y no pudo ser borrada; permaneció como testimonio contra el Israel apóstata. Mientras subsistiese el templo, allí estaría la mancha de aquella sangre justa, clamando por venganza a Dios. Cuando Jesús se refirió a estos terribles pecados, una conmoción de horror sacudió a la multitud.


Esteban, Santiago y muchos otros,—iban a ser condenados y muertos. Con la mano alzada hacia el cielo, y mientras una luz divina rodeaba su persona, Cristo habló como juez a los que estaban delante de él. Su voz, que se había oído frecuentemente en amables tonos de súplica, se oía ahora en reprensión y condenación. Los oyentes se estremecieron. Nunca había de borrarse la impresión hecha por sus palabras y su mirada. La indignación de Cristo iba dirigida contra la hipocresía, los groseros pecados por los cuales los hombres destruían su alma, engañaban a la gente y deshonraban a Dios. En el raciocinio especioso y seductor de los sacerdotes y gobernantes, él discernió la obra de los agentes satánicos. Aguda y escudriñadora había sido su denuncia del pecado; pero no habló palabras de represalias. Sentía una santa ira contra el príncipe de las tinieblas; pero no manifestó irritación. Así también el cristiano que vive en armonía con Dios, y posee los suaves atributos del amor y la misericordia, sentirá una justa indignación contra el pecado; pero no le incitará la pasión a vilipendiar a los que le vilipendien. Aun al hacer frente a aquellos que, movidos por un poder infernal, sostienen la mentira, conservará en Cristo la serenidad y el dominio propio. La compasión divina se leía en el semblante del Hijo de Dios." (Íbid)

De cierto os digo que todo vendrá sobre esta generación. La destrucción de Jerusalén y del templo por los ejércitos romanos 70 años después de estas palabras proféticas. (Mat 24:15-20)


Con voz ahogada por la profunda angustia de su corazón y amargas lágrimas, exclamó: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

Esta es la lucha de la separación. En el lamento de Cristo, se exhala el anhelo del corazón de Dios. Es la misteriosa despedida del amor de la Divinidad.

Nunca se oyó de labios de Jesús una expresión más conmovedora ni de más tierna solicitud. Así, con el mismo tierno anhelo el cielo contempla a todos los perdidos. "Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento." Lucas 15:7 Casi había llegado el momento cuando Dios debería rechazar a los judíos como pueblo escogido (Mat 23:38 “he aquí vuestra casa os es dejada desierta”); muy a su pesar, el cielo los abandonaría a sus propios caminos perversos y a su triste fin. Otras declaraciones bíblicas acerca de la misericordia y la longanimidad de Dios para con los pecadores impenitentes aparecen en Eze 18:23; Eze 18:31-32; Eze 33:11; 1Ti 2:4; 2Pe 3:9. Su propia elección había determinado su destino. Ningún pecador habrá de perderse debido a que el cielo no haya dispuesto lo necesario para su salvación. (Jos 24:15; Isa 55:1; Ap 22:17). He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Apenas el día anterior Jesús se había referido al templo como casa de Dios (Mat 21:13). Las palabras de Cristo deben haber causado terror a los sacerdotes y dirigentes. El velo fuerte y resistente desgarrado de pies a cabeza "de la nada" tres días más tarde fue una señal visible de que Dios ya no aceptaba las ceremonias sin sentido que por casi cuarenta años más siguieron en el templo (Mat 27:51). Había llegado en ese momento la mitad de la semana profético de Dan 9:27, y en lo que al cielo atañía, el valor del sacrificio había de cesar para siempre. (Ver. Mat 24:3; y Mat 24:15) Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Esta afirmación debe entenderse dentro del contexto de las otras declaraciones hechas por Jesús durante esa misma semana. Al decir “desde ahora” Jesús no se refería a su partida del templo ese martes por la tarde, sino a todo lo que se relacionaba con su rechazo, su juicio y su crucifixión. Pues volvería a ver a los fariseos los siguientes dos días en sus últimas horas de vida. Jesús se refirió aquí al momento cuando todos los seres humanos que vivieron (Ap. 1:7), le verían “viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mat 24:30). En aquel último gran día aun los burladores se verían obligados por su propia conciencia a reconocer como bendito al que ahora maldecían tan impunemente (Fili 2:9-11).


"Los fariseos y saduceos quedaron todos callados. Jesús reunió a sus discípulos y se dispuso a abandonar el templo, no como quien estuviese derrotado y obligado a huir de la presencia de sus enemigos, sino como quien ha terminado su obra. Se retiró vencedor de la contienda. Las gemas de verdad que cayeron de los labios de Cristo en aquel día memorable, fueron atesoradas en muchos corazones. Hicieron brotar a la vida nuevos pensamientos, despertaron nuevas aspiraciones y crearon una nueva historia. Después de la crucifixión y la resurrección de Cristo, estas personas se adelantaron y cumplieron su comisión divina con una sabiduría y un celo correspondientes a la grandeza de la obra. Dieron un mensaje que impresionaba el corazón de los hombres, debilitando las antiguas supersticiones que habían empequeñecido durante tanto tiempo la vida de millares. Ante su testimonio, las teorías y las filosofías humanas llegaron a ser como fábulas ociosas. Grandes fueron los resultados de las palabras del Salvador a esta muchedumbre llena de asombro y pavor en el templo de Jerusalén. Pero Israel como nación se había divorciado de Dios. Las ramas naturales del olivo estaban quebradas. Mirando por última vez al interior del templo, Jesús dijo con tono

Este discurso y todas las enseñanzas dadas por Cristo a los fariseos, no quedó sin fruto, no pocos de ellos llegarían a creer luego de su resurrección. Otros más, no querrían arrepentirse y vivirían el resto de sus días llenos de miedo, remordimiento, culpa y por último llenos de su propia sangre a su alrededor al caer los castigos de Dios a través de los romanos a Jerusalén.


¿Y tu que opinas? ¿Cómo debemos manejar el fariseísmo? ¿Has sido víctima de el? ¿Has sido tu mismo un fariseo? ¿O has caído en el otro extremo de la liberalidad y el libertinaje? ¿Cómo ser equilibrados como lo fue Jesús?

Se tomaron como referencia dos obras principalmente:


1-Libro: "El Deseado de Todas las Gentes. De Elena White. Capítulo 67. "Ayes sobre los Fariseos".

2.-El Comentario Bíblico Adventista. De varios autores. Tomo 5. Del capítulo 23 de Mateo.


Links:


1.-Libro:

2.-Comentario:



Link de mi canal YouTube por si me quieren conocer poco más: https://www.youtube.com/channel/UCrF9TsDybnlQdRhFVAT6Hxw?view_as=subscriber Solo a Dios la Gloria.


 
 
 

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